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Un atardecer donde se manifiesta Mareygua |
El turismo en la guajira les muestra la parte
religiosa del indígena Wayuu, el es monoteísta.
Su creencia muy fija en un Ser Supremo a quien denomina Mareygua, como cree en un solo Dios, por eso decimos que es monoteísta. El Wayuu no es idólatra,
porque nunca se han
encontrado vestigios de
antigüedades guajiras, ni ídolos que adoraran en otro tiempo, ni tradiciones que lo entronquen con la idolatría, salvo algunos talismanes
de carácter doméstico y familiar, tendientes a favorecerlos.
El
Wayuu atribuye todo lo bueno que ocurre en este mundo a Mareygua (Dios).
Mareygua siempre es bueno; nunca es malo. Mareygua fue quien hizo el mundo y
todas las cosas visibles, porque, aunque es uno solo, tiene en sí muchísimas
virtudes intangibles y espirituales, y un poder, también invisible, mayor que
otro cualquier ser, el cual se extiende a todos los hombres.
Mareygua
tiene tres espíritus principales, y muchos otros subalternos, inferiores a Él;
estos espíritus son unos masculinos y otros femeninos, todos son buenos y están
al corriente de las cosas de este mundo, son más poderosos que Yarujá (el
demonio), y si alguna vez se da el caso de que éste sale más ventajoso que
ellos en una lid, no es por deficiencia de su poder, sino por alguna causa que
los obstaculiza. Toda esta trabazón mística de ideas que hemos descrito la
conserva el guajiro en su magín; empero, si bien es verdad que las cree, también
es lo cierto que no tiene ninguna manera visible de representar a Mareygua en
quien cree; acaso lo considera como un
Ser Supremo a quien no es fácil acercarse ni invocar, porque, a pesar de
reconocerle como Ser Supremo, jamás recurre a Él, sino de una forma que
llamaríamos rudimentaria, utilizando los demás elementos (el tambor, por
ejemplo), para conseguir lo que desea, en vez de hacerlo directamente por medio
de la oración.
Un
ejemplo: un indígena ve que su siembra se le está secando por falta de agua, y,
lejos de clamar al cielo, como lo hiciera cualquier buen cristiano, lo que
"hace es tocar su caja o tambora todas las noches y aún en las madrugadas,
como si quisiera que el ruido hendieran los espacios y provocara el agua;
dispara su escopeta hacia las nubes con idéntico interés.
Está
en su cayuco en el mar pescando y hay calma chicha (vale decir, que no hay
brisa) y él comienza a silbar y más silbar con un silbo largo, característico,
llamando a la brisa, para que los arree a la orilla, en vez de pedírsela a
Dios, en una plegaria que los marineros creyentes sí realizan, invocando, por
ejemplo, a la Virgen del Carmen, Patrona de los navegantes.
Si
hay eclipse, dispara su fusil contra el sol, o la luna, para que vuelva la
claridad. Enferma uno de sus parientes, y llama al Piache (algo así como el
médico de los guajiros) para que, con sus sobos de
alguna untura, la maraca, los salivazos mezclados con tabaco o manilla y los
dictámenes de los espíritus sanen al
enfermo. De esta forma mostramos como el turismo de la Guajira informa sobre
las creencias de la comunidad indígena que habita en la Guajira fuera del
adoctrinamiento a que ha sido objeto durante más de 500 años.
Agradecemos los comentarios a este articulo.
La Guajira el turismo que te ofrece cero estrés,lejos del concreto y la contaminación de la ciudad donde vives
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